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La soledad del río

Por Jorge Oscar Daneri

Tiempos extraños, cargados de una complejidad e incertidumbre casi indescriptible.

Mis entrañas están retorcidas de dolores de aguas. El río, presiento, quizás me siento, en una soledad casi absoluta. 

Somos río, pero no lo somos. La indiferencia, o quizás no, el silencio, es abrumador. 

Los pueblos enmudecen frente a las decisiones que resuelven negarlo como ser viviente y creador de nuestra propia presencia en la madre tierra.

Decisiones que lo violan en sus senderos de cauces naturales en proceso de excavación artificial. Los barcos dragadores para los mega barcos marinos, cada vez mas gran-diosos, son como las mismas taladoras-motosierras de los montes y selvas del Chaco que nos van desertificando las vidas y el alma. 

Miramos la pantalla, miles de horas, no contemplamos la desolación del río, la nuestra. La nueva victoria de un sistema que más y más parece desarraigarnos, alejarnos, olvidarnos de las diversidades de la vida.

Muchos parecen creer o querer desesperadamente creer en esta travesía al precipicio, caída libre que entrega las aguas a mega corporaciones de la desertificación, violencia brutal para con el ciclo milagroso, misterioso, de creación de las aguas. 

Las normas jurídicas dejaron de existir para las motosierras de montes y aguas. Los parlamentos en sus cuasi mayorías cómplices, juegan un juego perverso, el del tener poder sin ideologías, sin contenidos, solo poder, de tan pocos. El río solo esta.

La visión de cuenca, ¿la visión de qué?

El río, nosotros, ¿estamos solos?

Calma, “con alma”, no, no estamos solos. Sí lo está desde quién tiene el deber de protegerlo, el Estado Democrático. Éste que va, día a día, incendiándose por los libertarios digitales y sus cómplices, no pocos gobiernos provinciales aún más aturdidos, desconcertados, humillados, arrodillados. 

No estamos solos, río, no lo estas. 

Nos contemplas desde tu mansedumbre. ¿Recuerdas en las barrancas de la tierra que lleva tu nombre, a la multitud descendiendo hacia tu encuentro, nuestro?

Esas mujeres y hombres que te liberaron de los represores de ríos, ¿hoy minorías?, ayer mayorías diversas y amorosas.

Calma, paciencia, ser río. Están, sabemos que están, como la primavera, regresamos a tu encuentro, para confluir en tus brazos nuestros y seguir escribiendo canciones, poemas, historias, leyes, constituciones, esculpiendo, pintando, bailando, soñando y así celebrando tu libertad, reflexionando y avanzando hacia las tantas otras que aún te debemos, nos debemos. 

Ríos Paraná, Uruguay, Gualeguay, Gualeguaychú, no estamos solos, es solo esta anestesia de shock con dolores de cabezas y entrañas.

Con las primaveras, estamos despertando, en cada tronco, selva, barranca, en tus flores de ceibos, “vaya, vaya” hacia el delta y el mar, como Ecio en su ética, te y nos cuidamos, río cuenco misterioso.

 

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